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  • El niño escritor
    Aquel niño averiado y mal estudiante guardaba un secreto que se desveló muy pronto: era un niño escritor. Y ocurrió que, con el complemento de los dibujos de su hermano, empezó a escribir novelitas. Esas novelitas se vendían tan bien que los dos hermanos no daban abasto a hacer copias. El éxito le llegó muy pronto a ese niño escritor. Y eso siempre es peligroso porque el éxito es un gas como el grisú de las minas de carbón, que puede hacer que explotes o que te asfixies. Y además aquel niño escritor, aquel niño raro, tenía una tremenda adicción a las bolas de anís y a un tabaco asqueroso con el que se pillaban «unas melopeas terribles». Fue una suerte que aquel niño escritor sobreviviera a ese éxito temprano y a la caries para poder recoger esta semana el Premio Cervantes. Luis Mateo Díez, ahora ya lacianiego universal, había recordado a aquel niño escritor unos días antes, en una conversación en la Biblioteca Nacional en compañía del periodista Jesús Marchamalo. Lo hizo también en
  • Un hombre enamorado
    Podría parecer el título de una película de Woody Allen, o tal vez el de una novela posmoderna, pero nunca habríamos llegado a imaginar que este apelativo se refiriese al presidente del Gobierno. Ha ganado mociones de censura, ha pactado con el enemigo, ha firmado un manual de resistencia, pero no puede soportar que acusen a su mujer de tráfico de influencias. Hay quienes ven en esta tregua de Sánchez una maniobra política para salir reforzado en su mandato, hay quienes ven a un presidente acorralado ante presuntos casos de corrupción y también hay quienes reconocen a un Pedro más humano, un hombre enamorado que tiene sus líneas rojas. Siempre hay un muro sagrado que toda persona considera infranqueable y no hay poder en el mundo ni tentación lo suficientemente ardiente o deseable que nos haga flaquear. No sabremos de momento la verdad, o sí, o no la conoceremos nunca del todo, quien sabe, pero lo que sí es cierto es que la política nacional está entrando en un juego sucio que los ciudadanos no de
  • Todo vale
    Hace ya algún tiempo que la política en nuestro país eligió el camino equivocado. Los intereses partidistas e ideológicos han salido victoriosos de su batalla contra el interés general de la ciudadanía. Los ejemplos de la política bien entendida están en peligro de extinción y cada vez es más difícil encontrar un hecho que nos reconcilie con lo que debería ser la política con mayúsculas. Ahora unos y otros pueden ir de dignos y rasgarse las vestiduras ante situaciones injustificables y que demuestran el estado de putrefacción de nuestra democracia, pero ellos mismos son los que han colaborado en que la política actual dé asco. Con esto no quiero decir que todos los políticos sean unos corruptos y unos impresentables, porque, evidentemente, todavía hay gente que ejerce la política con vocación de servir a la sociedad y dejando a un lado el revanchismo y odio patológico hacia los que no piensan como ellos. Pero al igual que todavía tengo esperanza cuando hablo de personas individuales, me co
  • Quiero ser libre
    Retumbaba este himno en la plaza de San Marcos, en las inmediaciones de la iglesia y el parador, otrora campo de concentración, durante la Guerra Civil y también recinto carcelario en 1639 para Quevedo, donde estuvo cerca de cuatro años , entre cuyos muros miraría la patria suya, siempre convulsa y agitada. Se hubiera asombrado, y quizá encontrado inspiración para sus versos satíricos, mirando la algarabía reivindicativa, atrincherada y envuelta en leones alados de color púrpura, ondeando al viento, esgrimidos por la turba de leoneses y leonesas reivindicativos, indignados por el acto institucional comunero auspiciado por la Junta. En vano trataba el trovador juglaresco, Crispín D'Olot, de apaciguar los afanes independentistas con romances y cantinelas. Al final, hubo de irse con la cítara a otra parte, dejando vencedores al himno de Odón Alonso al alimón con la potente voz de Freddy Mercury, que se enseñoreaba sonando con aires de Reina a ritmo de rock 'I want to be free'. Clamaba el genio de la m�
  • Votar
    Votar a un hombre bueno. O a una mujer buena. Esos que pasean por las plazas con una flor en los labios y un ruiseñor en los ojos. Como si todos los seres y los objetos (las musarañas, las esporas, los astrolabios) mereciesen existir. O votar a un niño, ¿por qué no?, y que emborrone la urna con semillas de amapola y la pose en el río para navegar.