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28/01/2022

26/01/2022



Noticias
  • Al leonesismo todavía le queda la Cultu
    La Cultural se ha convertido en una referencia en la ciudad, en la sociedad leonesa y en el ecosistema idiosincrático cazurro. Si antaño, quizá por las opciones mermadas de competir, se percibía con cierta indiferencia o desazón todo lo relacionado con el conjunto de la capital, ahora uno vibra cuando ve el ambiente en el Reino de León. A lo mejor la costumbre, a pesar de que el ser humano es un animal de esa naturaleza, nos ha hecho caer en la desgraciada rutina de normalizar la ferviente afición por ver jugar a la Cultu, pero ya les digo yo que ya les gustaría a otros equipos de la misma categoría como el Hércules, club de la ciudad en la que vivo, conseguir la misma afluencia en el Rico Pérez. Bien es cierto que son proyectos distintos, que nuestro interior ruge como un león infundido por la certeza de poder estar en Segunda, en el caso del conjunto alicantino sus aficionados saben que el ascenso a la categoría de plata es un trabajo hercúleo. Más allá de las esperanzas puestas en la inversión
  • Nostalgia del carbón
    A veces, la melancolía se cuela por rendijas impensadas. No por un amor perdido ni por la infancia que se esfumó en las esquinas del tiempo, sino por algo tan sucio, tan áspero y tan oscuro como el carbón. Nadie parece entenderlo del todo, pero en los actuales silencios del Bierzo —entre los esqueletos oxidados de los lavaderos de carbón y las escombreras olvidadas— aún queda un estrépito. Una resonancia que dice: "qué bien se vivía entonces, aunque muriéramos antes de tiempo". La minería del carbón ha sido, en El Bierzo, más que una actividad económica: fue una manera de vivir y de morir. De construir un nosotros. De tener una identidad colectiva, aunque estuviera pintada con polvo negro en los pulmones. Hoy quedan ruinas, subsidios, silencios y una nostalgia que incomoda. Porque ¿cómo puede echarse de menos una época de destrucción, de silicosis, de paisaje arrasado? Es fácil caer en la ironía: solo alguien desmemoriado querría volver a un modelo económico basado en quemar piedras que
  • Harvard, una batalla por la libertad
    Escuchado en televisión (donde, a veces, se dicen cosas interesantes): los fascistas suelen hacer cosas de fascistas. Hay motivos para pensar así, porque el autoritarismo y la exclusión ofrecen varios episodios cada día. Y no piensen que hay tantas respuestas. Europa, por ejemplo, a la que he defendido aquí en muchas ocasiones, como europeísta que soy, está ofreciendo una pobre impresión ante las injusticias del mundo. Por cálculo, por prudencia, o por miedo. El miedo es una poderosa herramienta fascista. Von der Leyen está actuando pobremente. No parece a la altura de la Europa que preside. Una lástima. Lo ha dicho Borrell, de alguna manera. Pero no es necesario que lo diga alguien de otra familia política, sino que basta con analizar los acontecimientos. Y las palabras. O, más bien, los silencios. Decepcionados con Europa, sí. Que tiene tiempo de rectificar. Al menos parece ofrecer alguna resistencia a Trump, el hombre del gran caos mundial. Comprendo que no es fácil responder a un individuo que
  • Es lo que hay
    Un equipo de fútbol, el FC Barcelona, gana la liga española nº 28 y la gente sale a la calle en masa a aplaudir a un jovencito de Mataró, hijo de emigrantes extranjeros, uno de los artífices del milagro. Las venidas de Barcelona, abarrotadas de público, jalean a Yamin Lamal, que, encaramado en la terraza del autobús descapotable, sueña con los millones que va a cobrar a partir de ahora por entretener a una población que, oh paradoja, se proclama separatista de esa España, cuya copa de fútbol, la ha encumbrado a lo más alto. En nuestro León, en cambio, no ha sido a un futbolista, sino a un borrachín, Genaro, (al que dos ilustres literatos han encumbrado a la cima de la nostalgia provinciana,) a quien la multitud ha aplaudido hasta la madrugada. Cientos de jóvenes acompañan por Jueves Santo, en el recorrido hasta la puerta de la muralla en la que fuera atropellado por el camión de la basura, y bebiendo y cantando, celebran la independencia de la imaginación, frente a la tiranía de lo sagrado. Es
  • Personas tóxicas
    Pues sí, «habelas hainas», o eso dicen los gallegos de las meigas, y todos hemos tenido la desgracia de topar con gente tóxica, y sabemos muy bien si hablamos o nos referimos a una de ellas de qué o de quién lo hacemos sin necesidad de más semántica ni retórica. Al hablar de este tipo de gentes y sus conductas hacemos referencia a alguien cuyo comportamiento afecta negativamente a los seres que los rodean: familia, amigos, vecinos o compañeros de trabajo, debido a su personalidad narcisista, y cuasi fatua, unido a patrones típicos de egocentrismo exacerbado, además de ser poco empática con lo que piensan los demás. Puede decirse que la persona tóxica utiliza la familia para obtener lo deseado, o bien para mantener al resto en una posición de sumisión, pudiendo incluir también chantaje emocional o juegos mentales a la vez que las necesidades individuales a menudo se pasan por alto subordinándolas tan solo al interés personal. Sucede que hay personas con esta tipología que tienden a poner dista