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28/12/2020

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26/12/2020

24/12/2020



Noticias
  • Bodas, bautizos y manifestaciones
    Si alguna vez me queréis ayudar, os ruego por favor que no forméis un frente común. Si me queréis, irse. Pase lo que pase, no será necesaria tanta crueldad. Hay personas que saben que están muertas cuando ven un frente común a su alrededor. ¿De qué murió? De un frente común. Se lo detectaron demasiado tarde. Los frentes comunes siempre aparecen demasiado tarde, cuando por un lado sabes que ya no hay nada que hacer y, por otro, que nadie va a hacer nada aunque pudiera. Un frente común es un entrenador ratificado. Un frente común es aplicar la Extremaunción a lo que sea, un eufemismo de fracaso. Cada vez que titulo «frente común por» o «frente común contra», el producto interior bruto de esta provincia cae otro poco. En una oración compuesta, todo lo que va antes y después de «frente común» fallece sin la necesidad de conjugar los verbos. Políticamente resulta muy confortable un frente común, por eso sigue aplicándose con insultante impunidad en nuestros días, brindando a nuestros respo
  • El conceto
    Lo decía Manuel Manquiña (Pazos) en Airbag con ese acento gallego que se traga ciertas consonantes: «lo importante es el conceto; esa es la cuestión». Y no es lo mismo un concepto que una acción, un hecho, una obra. Peatonalizar, por ejemplo, no es lo mismo que pavimentar. Peatonalizar es, por definición, un buen concepto y una buena decisión: recupera las ciudades para quienes deben pertenecer, los viandantes, marginados en aceras debido al auge de transportes privados, primero elitistas y universales después. Una concepción de la ciudad y al mismo tiempo una concepción del mundo más limpia y amable, más urbana en el segundo y más amplio sentido de esa palabra, exige revertir esa situación. Como tal idea, para peatonalizar basta con situar una simple señal blanca rodeada por un círculo rojo. Barato y sencillo. Pavimentar no; para pavimentar se deben escoger materiales, formas, tamaños y colores de baldosas o adoquines o losas o lo que se prefiera y procurar disponerlo todo de forma que sirva, d
  • «Coscu cabrón»
    Para que los mensajes lleguen, calen hondo, es muy importante la contundencia de los mismos. Si te andas con chiquitas lo más fácil es que no hagas ni cosquillas. «La ignorancia es la madre de todos los vícios», pintó aquel en la pared. «Ya, ¿y qué?». Ya lo dice el Padre Martino, «de nada sirve lo de enseñar al que no sabe porque el que no sabe es que no quiere aprender». Cómo le va a faltar razón al tío Eutimio que dice aquello de que hay muchos sabios ignorados en los cementerios porque «si echas a maoler el molino de la lógica... al final te muele a tí». El mundo está lleno de viajeros al tío google que dicen frases que parece que tienen chupe, por las palabras, pero después la gente se mira como preguntándose ¿ya ¿y qué?». Hablan como corrían los 'runner' delante de Milio el de Piedrafita, que se sentaba en un banco de la Serna y miraba cómo pasaban. Cuando te sentabas a su lado, sin mirar para tí, decía: «¿Ves la prisa que llevan? Pues no van para ninguna parte». - ¿Y tú
  • Mermelada casera
    Ya tengo contado que, en mi pueblo, los niños bebíamos a morro en la fuente, en el río y en el reguero. Y eran los mismos ríos, fuentes y regueros en los que bebían los animales. Supongo que nosotros nos llevábamos la peor parte porque el agua venía de las cimas y allá arriba, bebían el lobo, el raposo y las ovejas de la majada y también lo hacían a morro. Las alimañas bajaban al pueblo y el hombre subía al monte. Se conocían mutuamente, se vigilaban de lejos y se reconocían las huellas. El oso bajaba olfateando colmenas y el zorro, gallineros. El hombre subía a buscar leña y alimento, a cazar o desbrozar montes y senderos. Los rebaños vivían arriba y abajo, según la época del año. Las normas las marcaban el sol, la luna y la necesidad de cada uno. Así, subiendo y bajando, desgastando los mismos caminos, convivían tierra, agua, humanos y animales, con un respeto inquebrantable entre todos los elementos. Ecosistema se llama, aunque nosotros no lo sabíamos. Sobrevivimos todos. Los estados d
  • Alegría y pajarillos
    La cofradía de Angustias –la más antigua de la Semana Santa de León– celebra hoy la Fiesta de la Virgen de la Alegría, una conmemoración apenas conocida por el gran público –siempre dio la sensación de ser festividad doméstica–, pero, por el contrario, de profunda raigambre en la historia de la penitencial del corazón orlado y la sarga negra. En otros tiempos, muy alejados de la memoria, el auge de este ceremonial, mitad urbano y mitad eclesiástico, brilló con luz propia en la ciudad, según lo acreditan viejos y variados documentos. La fiesta, que se enmarca en el jubiloso domingo de Pentecostés, atesoraba hasta hace unos años –no tantos– una peculiaridad que la hacía, aún, más especial. La habitual misa que todos los domingos y feriados de precepto se celebra en la iglesia de Santa Nonia –sede de la mariana cofradía y de la de Jesús Nazareno– vivía algo especialísimo en esta fecha de la Pascua. O algo inusual: el canto de los pajarillos en el interior del templo, antes y dura