Noticias
- Igual que siempre
Finaliza el año. Apenas tres días más y borrón y cuenta nueva. Eso dicen. Lo malo –o lo habitual- es que nunca, salvo excepciones, ocurre así. La correa de transmisión sigue girando machacona -como si se tratara de un sinfín enloquecido-, al igual que en ejercicios anteriores. Y es que en el fondo (y en la superficie, que apostillaba el Juan Morano de sus buenos tiempos) el cambio se produce en el sentido numeral, en el calendario, y, a partir de ahí, la vida sigue igual. Lo cantaba Julio Iglesias allá por 1969, en el inicio de su brillante y fructífera carrera musical. Y tenía toda la razón y nada más que la razón el reconocido y universal español. Siempre es más de lo mismo. Por ejemplo. En la atardecida superada de Nochebuena, a eso de las 9 –un ferroviario, solvente con su encomienda y responsabilidad, diría las 21 horas- aparecía el Rey Felipe VI en las televisiones públicas y privadas, para trasladar a la nación el tradicional mensaje de Navidad. Al margen de su contenido, que cada c - El fin de la inocencia
Si hace treinta y pico años, según las ideas de Paco Fukuyama, había llegado el fin de la historia, en breve, según las ideas de Miqui Sáenz, llegará el fin de la inocencia, por lo menos la mía. El traductor al español de la obra de Thomas Bernhard et al., uno de los académicos de la lengua más aprovechables y que más gozo ha deparado a innumerables lectores con su trabajo, afirmó el otro día en una entrevista que creía que la inteligencia artificial generativa iba a poder traducir y escribir a nivel humano ilustrado en unos años. Y ahí se acabó lo que se daba para mí. Ciertamente, no es descabellado que un robot, uno concreto y no la madre de todos los robots, entrenado para eso vaya aprendiendo cómo escribir alta literatura. Que la máquina acabe desarrollando y consolidando rasgos de estilo propios que le permitan elaborar textos literarios de gran valor aun sin contar con una experiencia humana en el origen de su iniciativa, es solo cuestión de tiempo. Horrible expresión esa de la «cuest - El joven facha
Hay profesiones que reaparecen con el tiempo, se creen extintas, pero hcaprichos del ADN– de nuevo se hacen presentes. Y tan 'presentes' en este caso. Daba mucha vergüenza ser facha, pero ha vuelto la moda, como los pantalones de campana. La rueda de la fortuna no para de girar, aunque a veces se embarre y salpique. El facha de antes (del último medio siglo) solía ser un señor entrado en años y en carnes, fragante a tabaco y loción de señor, con cortinilla capilar canosa y/o teñida, trajines varios y traje estándar, a menudo cruzado, corbata reventona o pecho airoso y encadenado; opinaba sin matices o misericordia para que lo oyeran en la acera de enfrente y solo él tenía razón o, dicho en sus propios términos, «lo que yo te diga». En fin, el tío o abuelo que hemos tenido todos, ya lo conocemos. Sin embargo, el facha actual, posmoderno, posindustrial y pospandémico se curte en el gimnasio (que llama gym), viste apretado (y lo llama outfit), a menudo no rebasa los treinta y es más español que - Veneno en Villamanín
Hace unos años cayó, no muy lejos de aquí, otro premio del Gordo de Navidad. Un grupo de amigos compraba todos los años un décimo, que terminaba de manera inevitable en la basura o convertido en algún utensilio diferente. «Yo este año paso», dijo uno al resto del grupo, cansado de que la suerte no les sonriera. Se repitieron las insistencias, los presagios y las corazonadas, sin surtir efecto. Y, claro, tocó. Entonces, aquél, el único que no había participado de la dicha navideña, empezó a pasear su mala sombra por los bares, repitiendo a cuantos le quisieran escuchar: «Uno solo. Con un euro que cediesen de cada décimo…» De la euforia a la pesadilla hay un pequeño paso. Lo sabía aquel grupo de amigos y lo están empezando a comprobar en Villamanín, que estos días atrae la atención de toda España por la maldición de las participaciones 'fantasma' del primer premio del sorteo del 22 de diciembre. Hasta ahora conocida por Ezequiel -cuna de famosos embutidos, amén de parada y fonda para lo - Querencia recíproca
Puede que alguien inventase la primera expresión, que otra persona con la expresión quisiera representarla con un símbolo, que el símbolo acabase siendo una letra, y el conjunto de estas, con el tiempo, se convirtieran en palabras. Puede que alguien unificara palabras para llegar a frases y, quizá, todo este camino de milenios llegase hasta nosotros para que los poetas, grandes exponentes de lo sentido y lo escrito, pudieran llegar a construir versos. Y uno de ellos es Marcelo Tettamanti. Los caminos de la vida son extraños, a veces forman ríos que llegan a unificarse y, de entre varios ríos llenan un mar entero. ¿Qué posibilidad había en esta vida para que, habiendo nacido en lugares tan lejanos como los miles de kilómetros que muestran los planos, tuviera la fortuna de cruzarme con él? Y que no fuera de casualidad, sino por la literatura, la bella y hermosa palabra que da sentido a muchos caminos, entre ellos el mío. Por primera vez hablo de Marcelo Tettamanti, pero seguro que no será la última.
07/10/1964 