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Portada del periodico ABC:
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Noticias
  • «Yo, mientras corro, me olvido que tengo una discapacidad»
    Alex Roca hizo historia este pasado domingo cuando completó la maratón de Barcelona. Lo hizo con un tiempo de 5 horas, 50 minutos y 51 segundos pero el catalán se convirtió en el primer deportista con un 76 por ciento de discapacidad física en cubrir los 42.195 metros. Una gesta a las que previamente había conseguido: 5 triatlones, 5 medias maratones, una Titan Desert o una Pilguim Race. Roca (Barcelona, 1991) se comunica a través del lenguaje de los signos y tiene movilidad reducida en la parte izquierda del cuerpo causa de una parálisis cerebral que sufrió cuando tenía seis meses de edad. Entonces sufrió una encefalitis viral herpética que derivó en esa discapacidad que a él no le ha impedido cumplir sus sueños. A la cita con ABC acude con Mari Carmen Maza, su esposa, su amiga, su confidente. Ella es la que interpreta los signos de Alex y la que pone voz a sus pensamientos. -¿Qué valor le da al haber acabado el maratón? -No lo puedo calificar aún pero sí es una de las cosas más maravillo
  • Sobre las distinciones universitarias
    En los últimos meses, aunque el tema viene de lejos, se han concedido distinciones universitarias (doctorados 'honoris causa' y distinciones especiales) a políticos de diversos signos. En algún acto de concesión ha habido manifestaciones en su contra, organizadas por alumnos, y selectivas según el signo político del agraciado. Buena parte de la prensa ha criticado estas actuaciones y ha habido correos de repulsa, particularmente en el ámbito universitario. Pero se echa de menos una mirada más allá de nuestras fronteras, que podría ilustrar a la Universidad y la sociedad española sobre cómo proceder con las distinciones universitarias. El doctorado 'honoris causa' es un título académico honorífico que la Universidad confiere a una persona de relieve en un campo del saber, como reconocimiento a la excelencia y rigor de sus trabajos, sus contribuciones a la educación y, en ocasiones, por su mecenazgo con la institución. En el siglo XVI algunas universidades concedían a dichos doctores el privilegio
  • Fidelidad perruna
    Aquellos perretes de plástico que yacían en la bandeja posterior del coche y bamboleaban el cabolo ante la mínima trepidación del tráfico me hipnotizaban. ¿Qué pasaba por la mente de la persona capaz de ornar así el interior de su vehículo? Esto, para mí, representaba ese famoso acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma, que dijo Churchill . Creo que lo de esos perros de realismo plastificado irrumpió antes que los adhesivos que advertían de la presencia de un 'bebé a bordo'. Cada época muestra su modas, supongo. Por esas inevitables asociaciones de ideas, la expresión corporal de los que acompañan al gerifalte político me recuerda a la de esos canes mustios con el muelle incrustado en el cuello. Así pues, la fidelidad perruna del subalterno se constata por su capacidad para asentir pastueño desde la segunda fila mientras su jefe, en la vanguardia, discursea adoptando aire de gran hombre. Su lealtad inquebrantable se refleja en la hondura de ese cabeceo sincopado. Entretiene una barb
  • El candidato
    En las primarias republicanas para las presidenciales del 16 debatían en TV los aspirantes Jeff Bush, hermano del democratizador de Mesopotamia con chuches de Cheney, y Donald Trump, único americano relevante que se opuso con firmeza a la ominosa guerra de Iraq. Jeff escuchaba con una risita de conejo contenido las acusaciones de Trump, y para defender el buen nombre de su 'famiglia' tiró de sentimentalidad: «Mi mamá es la persona más fuerte que conozco…». —Entonces ella debe ser la candidata –zanjó la discusión un genial Trump, devolviendo a otro Bush a la charca. Trump, antibelicista pragmático («como hombre de negocios trato de llevarme bien con todo el mundo»), anda otra vez en primarias presidenciales, pero en América la «democracia representativa» de Hamilton ha degenerado en 'Deep State' de Scorsese, que habría decidido su arresto, precisamente hoy, para quitarlo de en medio, y dejar el hueco a un 'rino' que se preste a democratizar países leyéndoles el Fukuyama. Y si arrestan al ca
  • Ni censura ni Sánchez
    El espectáculo que se escenifica a partir de hoy en el Congreso no es una moción de censura ni mucho menos pretende erosionar a Pedro Sánchez. De hecho, merced al calendario fijado por la siempre servicial Meritxel Batet, ya lo ha librado de comparecer ante la comisión europea que investiga las escuchas a su teléfono en el marco del caso Pegasus. En un principio esta farsa se planteó como instrumento de presión al PP y en concreto a su líder, Alberto Núñez Feijóo, a quien se pretendía forzar a escoger bando en una pelea ajena que solo podía perjudicarle al colocarlo ante una alternativa imposible: con Frankenstein o contra él. Un dilema que, visto desde la óptica socialista, se transformaba en: con la extrema derecha o contra ella. O sea, un callejón sin salida del que Feijóo se zafó de inmediato anunciando una abstención que con el tiempo ha demostrado ser la única opción sensata, no solo porque en su momento la reacción furibunda de Pablo Casado contra Santiago Abascal hundió sus expectat